Uso racional de los medicamentos

La Organización Mundial de la Salud apoya el Uso Racional de los Medicamentos como una estrategia de primer orden en materia sanitaria. Según la propia Organización Mundial este uso racional implica que los pacientes reciban los medicamentos adecuados a sus necesidades clínicas, con las dosis precisas según sus características y durante el periodo de tiempo apropiado. Todo ello con el menor coste posible para ellos y para la comunidad.

Esta definición del Uso Racional del Medicamento implica que es necesario utilizar un medicamento con la indicación adecuada. Esto consiste en elegir el medicamento adecuado a la situación clínica del paciente. En ocasiones, un proceso patológico puede ser tratado con diferentes tipos de medicamentos. Hay que recordar que lo que es bueno para un paciente, puede no serlo para otro.

También es importante utilizar el medicamento apropiado. Junto con sus acciones beneficiosas, se mezclan los efectos secundarios que pueden invalidar su utilización en determinados pacientes. Asimismo, para usar racionalmente un medicamento también es necesario que esté disponible, lo que requiere una rápida y cómoda accesibilidad al mismo. Para ello, las Oficinas de Farmacia se encargan de acercar al paciente todo un arsenal terapéutico, capaces de dispensar el medicamento prescrito por el médico y garantizando un tratamiento inmediato. En España el 98% de la población dispone de una farmacia en su lugar de residencia.

Otro factor determinante es el coste, que está relacionado con su disponibilidad. Se debe procurar proporcionar el medicamento más barato entre las diferentes alternativas. En este sentido la forma de administrar el medicamento es un elemento importante para garantizar su actividad y los resultados del tratamiento.

La dosis y duración del tratamiento también son fundamentales, ya que el medicamento está diseñado para curar, aliviar o prevenir enfermedades, siempre que se administre según la pauta señalada. En cualquier otro caso puede ser ineficaz o producir efectos adversos.

Tampoco se debe olvidar que el paciente necesita información para hacer un uso adecuado del medicamento. Recibir información complementaria adicional, clara y comprensible es un derecho, así como la manera de utilizar el fármaco, su dosis, el intervalo de administración y la duración del tratamiento. Por último, el farmacéutico debe verificar el cumplimiento terapéutico y le aconsejara la mejor manera de llevarlo a la práctica.

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